Los campos de trabajo tradicionales de las y los historiadores han sido la investigación y la docencia en los diferentes niveles educativos y modalidades. Hoy en día, los institutos y centros de investigación, así como la enseñanza universitaria exigen que su planta académica cuente con un doctorado en Historia o áreas afines, por lo que la licenciatura se ha convertido en una etapa inicial de la carrera académica. Sin embargo, las posibilidades profesionales de quienes cuentan con una licenciatura son muy amplias y se han diversificado en los últimos años, generando mayores oportunidades de trabajo, aunque requieren de conocimientos especializados. De esta manera, las y los profesionales de la historia pueden desarrollar sus actividades en múltiples espacios como archivos históricos, bibliotecas, museos, casas editoriales, medios de comunicación y cine, y empresas culturales, así como participar en los procesos de digitalización de las memorias. Su bagaje cultural y su pericia en las tareas de investigación y análisis de datos permiten a las y los historiadores insertarse en ámbitos tan diversos como la administración pública, el servicio exterior y la iniciativa privada.